Autora: Frida Hyadi
Mujer Hñahñu
Conocí a Nath Campos desde sus inicios en Vine. Eran pocas las mujeres viners y Nath era una de ellas. Cuando empezó a subir sus videos a youtube –primero en “Vine vs Twitter”- yo fui la más feliz de tener más de Nath Campos. Desde entonces comencé a ver sus videos y a seguir todas las aventuras que nos compartía a través de sus redes sociales. Soy la más fan de las Nathvidades, de las Guerras de Canciones, de los covers, de los viajes antes del Covicho (cómo olvidar aquél crucero del terror) y también, de Don Cecilio y Bernardita.
Desde sus inicios Nath se caracterizó por ser una persona muy abierta en redes sociales. Y es que quienes no nos perdemos ni uno de sus videos, conocemos muchas de las cosas que ella nos comparte de su vida personal: su familia (a TODXS sus hermanxs), sus ex novios, y obviamente de su relación con Simón (todas somos fan de su relación con Simón-de-Morat <3).
Justo en los últimos meses había empezado a consumir su contenido de manera desmesurada, quizá porque tenía más tiempo libre luego de haber renunciado a mi trabajo (wey, repetía sus videos viejitos hasta dos o tres veces jaja). Hace una semana me animé a pedir unas playeras de su merch y decidí estrenar mi playera justo el viernes 22 de enero, el día que en el que ella decidió compartir un video en donde narra el tormentoso camino que ha recorrido tras haber sufrido la agresión por parte de Rix.
Al ver el video sentí rabia, miedo y un gran hueco en el estómago. No daba crédito. Lo único que quería era abrazarla por abrirse de esa manera con la gente de internet. A la vez, un montón de preguntas aparecieron: ¿Por qué Nath tuvo que convivir tanto tiempo y tantos espacios con su agresor? ¿Por qué nadie de su agencia supo cómo reaccionar? ¿Por qué prefería priorizarlo a él y no a ella? ¿Por qué las personas en las que ella confió no se percataron de la gravedad de la situación?
Amigas, no me dejarán mentir: al ver su video, muchas de nosotras no pudimos evitar recordar aquellas agresiones que tuvimos que vivir. Esas agresiones que no hemos podido gritar por miedo, por culpa, por amenazas o por el temor a ser juzgadas y señaladas ¿Por qué tenemos que vivir con estos sentimientos que todos los días nos quitan un poquito más de vida?
Al ver el video muchas de nosotras recordamos aquellas veces que decidimos renunciar a una clase, a un trabajo, a una tesis, a una reunión o a una fiesta para no tener que estar junto a nuestro agresor ¿Por qué SIEMPRE somos las morras las que tenemos que renunciar a espacios y oportunidades con tal de evitar a nuestros agresores?
Al ver el video a muchas de nosotras se nos vino a la mente el nombre y la cara de nuestros agresores ¿Por qué ellos andan felices por la vida con seguidores, cargos públicos y reflectores cuando nosotras nos quedamos rotas, con miedos y llenas de inseguridades?
Al ver el video recordamos aquellas veces que nos quisieron culpar a nosotras por salir de fiesta, por haber bebido de más o por confiar en nuestros amigos ¿Por qué para nosotras el alcohol nos responsabiliza y a ellos los justifica? ¿Si no podemos confiar ni en nuestros amigos, entonces en quién sí?
Al ver el video también nos acordamos de aquellas denuncias públicas o penales que quedaron impunes. ¿Por qué hay todo un sistema que a ellos los protege, que los solapa y que los encubre? ¿Por qué en los espacios públicos y privados pareciera ser más fácil ignorar estas denuncias y esperar a que se olviden?
Pero ¿qué creen? ¡YA NO OLVIDAMOS NI PERDONAMOS! Tras publicar el video, inmediatamente en redes sociales comenzaron a circular videos de aquellos influencers y creadores de contenido que años o meses atrás les había parecido subir un video donde acosaban, sexualizaban o acosaban a otras mujeres. Es decir, grababan, editaban, subían y monetizaban con esas estúpidas bromas. A los vatos, eso les parecía gracioso y nos dijeron locas y exageradas por denunciar sus chistes misóginos. Lo que no alcanzan o prefieren no entender es que para lo que ellos es un chiste, para nosotras es un miedo constante.
Son tantas y tan valientes las lecciones que nos dio Nath Campos que no sé por dónde empezar. Una: que lo estamos tirando, amigas. La respuesta y el apoyo que tuvo de morras que ni siquiera la conocían habla un pacto patriarcal que estamos rompiendo poco a poco. Dos: que nunca es tarde para denunciar y que cada una tiene sus procesos. Las denuncias públicas, mediáticas, formales o penales sirven en cualquiera de los caminos a tomar. Tres: que las marchas sí sirven. Muchas veces pensamos que solo son un ejercicio para visibilizar las luchas, pero acá tenemos un ejemplo de que las marchas son capaces de accionar otras luchas y otros procesos. Cuatro: que no estamos solas. Siempre habrá más de una persona dispuesta a creernos y acuerparnos. Cinco: la culpa nunca es nuestra. La culpa es del violador, del acosador, del violentador.
El día de ayer, una amiga me escribió para decirme lo respaldada que se sentía al tener la red de apoyo que hemos formado varias mujeres jóvenes indígenas. Y justamente eso es lo que deseo para todas y cada una de las mujeres de este planeta: una red de apoyo capaz de abrazar, de acuerpar, de exigir, de incidir y de transformar las realidades en las que vivimos. Amigas, sé que vamos a aprender, desaprender y vamos a tirar este sistema patriarcal, racista y clasista.
Seguía a Nath Campos porque disfrutaba su contenido y porque me identificaba mucho con ella. Las dos tenemos la misma edad, las dos medimos casi metro y medio, las dos solemos coincidir en el estilo de nuestro pelo, las dos hemos sido personas independientes desde que nos salimos de nuestras casas cuando éramos muy chicas y las dos somos sumamente alegres. Pero el video en donde hace pública su denuncia nos deja reflexionando sobre las violencias que todas hemos sufrido y de los miedos que todas hemos enfrentando. Por eso hoy me gusta pensar que #TodasSomosNath.
Autora: Frida Hyadi
Twitter: @Friiady
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