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Encontrarse en otras miradas

  • Foto del escritor: Colectivo Juvenil Intercultural "Nuestras Voces "
    Colectivo Juvenil Intercultural "Nuestras Voces "
  • 25 mar 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 15 jul 2021

Autora: Aída Naxhielly

Comunidad: C. / Huajuapan de León, Oaxaca



Desde que supe sobre su existencia, he soñado con formar parte de Ambulante Más Allá. Será que desde niña el cine me ha formado de muchas maneras y quisiera tener las herramientas para dialogar a través de historias transmitidas en una pantalla, de generar sensaciones y reflexiones en quienes las ven. Las películas con las que crecí, a las que tuve acceso gracias a mi familia y la migración, me marcaron profundamente.


Pero cuando me enteré de que un espacio de formación cinematográfica existía por donde habitaba, ya había migrado y esa posibilidad quedaba fuera de mi alcance. Porque fue en la gran ciudad que supe sobre ciclos de cine, presentaciones, diálogos con directores, de la Cineteca y los festivales. En Huajuapan apenas había un cine, con una sola sala, a la que llegaban las películas meses después de su estreno. Claramente, no había rastro alguno del “cine de arte” sobre el que yo ya ni me molesto en pretender que lo entiendo del todo. No puedo.


A pesar de que hubo entonces muchas películas a las que tuve la fortuna de acceder, la realidad es que ninguna hablaba realmente sobre aquello que me era más cercano: el pueblo, la lengua, la pérdida y la migración. Eso fue lo que más me cautivó cuando vi un programa de Ambulante Más Allá por primera vez, cuando tras acomodar mis horarios y juntar mis pesos, pude asistir a una de sus presentaciones: algunas historias eran contadas por personas de diferentes comunidades indígenas y otras más en otras lenguas fuera del castellano, el inglés o el francés. No sabía que se podía.


Eso me cambió la vida.

Hace unos meses, me di a la tarea de rastrear diferentes creaciones de mujeres indígenas en el cine para armar mi biblioteca. Me centré específicamente en su trabajo de dirección, el más fácil para seguirle la pista, pero no el único en el que se desempeñan. Ya sabía de las dificultades con las que me encontraría porque el acceso a la realización de cine y a espacios de distribución no es nada fácil. Hay desigualdades estructurales que prevalecen cuando eres mujer y otras cuando, además, eres parte de alguna nación originaria.


A pesar de que me lo esperaba, el panorama no dejó de entristecerme.


Pasé horas en internet entrando a diversas plataformas en línea, algunas también extranjeras, poniendo nombres en el buscador y yendo hasta la página 20 de los resultados sólo para confirmar mi desaliento: es poco lo que hay disponible.


Este lado del mundo llamado México, es uno de los espacios donde más se han hecho esfuerzos colectivos por compartir herramientas para que las personas puedan realizar cine, y que además esté a disposición del público. Ambulante Más Allá es una de las iniciativas que más reconocimiento merece en ese sentido. Aunque es necesario nombrar todo lo que se ha hecho, la realidad es que falta bastante para que el panorama sea “perfecto” y verdaderamente parejo, para que los financiamientos de cine que se otorgan (de por sí reducidos) también sean ganados por pueblos y comunidades, y no sólo por quienes quieren retratarles externamente.


Sigue habiendo una disputa acerca de quién y desde dónde se construye la representación.

Como parte de mi trabajo gestiono desde hace unas semanas un espacio en línea, chiquito, en el que varias personas nos reunimos para ver trabajos realizados por mujeres indígenas, casi todos de corte documental. Dialogamos sobre lo que las realizadoras nos comparten y la manera en que sus miradas se oponen a las narrativas folclorizantes, revictimizantes o hipersexualizadas. Ellas nos muestran que sí es posible compartir de manera digna las historias que nos atraviesan, incluso aquellas que suponen regresar sobre el dolor.


Desde las narraciones de luchas que se viven en diferentes territorios hasta las ficciones (éstas últimas producidas en menor proporción). Con solo un trabajo o muchos. Lo que realizan como cineastas merece ser más re-conocido pues tomar la cámara supone, estoy convencida, un acto amoroso y valiente ante las violencias y el despojo.


A Epifanía Martínez, Concepción Suárez, Patrícia Ferreira Pará Yxapy, Mayra P. Caal, Reyes Oralia Valenzuela, Dolores Sántiz, Mileydi Orozco Dominicó, Itandehui Jansen, María Candelaria Palma, Tasha Hubbard, Ingrid Eunice Fabián, Patricia Yallico Yumbay, Flor María Álvarez, Belén Pac, Ángeles Cruz, Christine Welsh, Raquel Palomino, Dinazar Urbina, Iris Villalpando, Alanis Obomsawin, María Sojob, Magda Cacari, Asinnajaq, Luna Marán, Yolanda Cruz, Teófila Palafox y todas las que me faltan: aquí las vemos y escuchamos.


Autoría: Aída Naxhielly

Estoy segura de la potencia que tiene el cine porque he sentido lo mucho que significa poder ver historias semejantes, escuchar más lenguas, reconocer otras luchas, saberlas cercanas. "Porque frente a la inhumanidad es posible reconstruir la vida y sanar, y retratar las historias es una forma de acompañamiento", les dije el otro día a mis compañeras.


Y quizá yo ya no pueda cumplir el sueño de crear esas historias que acerquen, como a mí, a más niñas y jóvenes a otros mundos, que les digan: aquí estamos. Pero al menos espero que muchas de ellas tengan, siquiera, la posibilidad de elegir narrarse desde su propia mirada.



Acá pueden consultar trabajos de Ambulante Más Allá y La Calenda Audiovisual, que lleva los proyectos del Campamento Audiovisual Itinerante y Aquí Cine.


Autora: Aída Naxhielly

Lugar de origen: C. / Huajuapan de León, Oaxaca

Twitter: @sikuaa

Instagram: @aidanaxhielly

 
 
 

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