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LAS MANOS DE MI ABUELA
Gregoria es su nombre, desde pequeña la veía caminar entre los surcos con las manos llenas de semillas o empalmando hojas de maíz. No he conocido a otra persona en este mundo que ame tanto el campo como ella, nuestra tierra está llena de sus pasos no hay lugar en la montaña que no haya pisado. Amo tanto mi tierra porque en ella mi abuela quedó impregnada para siempre.
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Autora: Claudia
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